- Nombre / Agencia
- Andrea ZF
- Precio
- 800
- Tiempo acordado
- 1 hora
- Forma de pago
- Efectivo
- Rostro
- Busto
- Cuerpo
- Actitud
- Edad aproximada
- 22
- Trasero
- Besos
- No doy besos
- Oral
- Atención a los huevos
- No
- Oral con baba
- No
- Oral a ella
- No
- Oral natural
- No
- Anal
- No
- Extras
- No
- Desempeño Sexual
- Repetirías/Recomendada?
- No / No la recomiendo
No la conocía, pero su anuncio en el grupo de Telegram me llamó: “Instalada en motel”. Le escribí y me confirmó que ya estaba en el Marrakech; solo 200 pesos extra por la habitación y 800 por una hora. Me pareció justo, así que reservé sin pensarlo dos veces.
Error mío: no pregunté qué incluía el servicio. Me lancé de cabeza, con la sangre ya hirviendo.
El motel... poco acogedor, para qué negarlo. Habitación oscura, con una luz tenue que apenas dejaba ver los contornos; el aire tenía esa humedad sutil que se pega a la piel, y en el estacionamiento un olor a drenaje que me hizo arrugar la nariz. Llegué, pasé por recepción y ni me cobraron el extra.
En la habitación, ella envuelta en una toalla blanca, el cabello negro larguísimo. Me pide el pago por adelantado; lo entrego y trato de romper el hielo con charla ligera, pero no hubo chispa de su parte. Me desnudo, busco acercarme, rozo su brazo... nada. Ella, con voz neutra: "¿Empezamos ya?". Yo, ansioso: "Claro". Pide condón para el oral. Ahí entendí el error: fue regular, sin pasión, más rutina y mécanico. Mientras, mis manos recorrían cuerpo suaves, sus nalgas firmes y respingadas, sus pechos casi perfectos en proporción, piel tersa..
Le pido que se suba. Se aplica lubricante con calma, se monta despacio... pero el ritmo era tan lento que parecía en piloto automático. La agarré de la cintura, la guié con fuerza, aceleré hasta sentir el clímax correr por mis venas.
21-23 años, piel morena clara que brilla bajo la luz tenue, cabello negro. Cuerpo hermoso: proporciones perfectas, pechos naturales y firmes, nalgas que invitan a apretar. Pero el trato fue distante, mecánico. Faltó química, esa conexión que enciende todo sin besos complicidad
Experiencia regular. No repetiría.
Error mío: no pregunté qué incluía el servicio. Me lancé de cabeza, con la sangre ya hirviendo.
El motel... poco acogedor, para qué negarlo. Habitación oscura, con una luz tenue que apenas dejaba ver los contornos; el aire tenía esa humedad sutil que se pega a la piel, y en el estacionamiento un olor a drenaje que me hizo arrugar la nariz. Llegué, pasé por recepción y ni me cobraron el extra.
En la habitación, ella envuelta en una toalla blanca, el cabello negro larguísimo. Me pide el pago por adelantado; lo entrego y trato de romper el hielo con charla ligera, pero no hubo chispa de su parte. Me desnudo, busco acercarme, rozo su brazo... nada. Ella, con voz neutra: "¿Empezamos ya?". Yo, ansioso: "Claro". Pide condón para el oral. Ahí entendí el error: fue regular, sin pasión, más rutina y mécanico. Mientras, mis manos recorrían cuerpo suaves, sus nalgas firmes y respingadas, sus pechos casi perfectos en proporción, piel tersa..
Le pido que se suba. Se aplica lubricante con calma, se monta despacio... pero el ritmo era tan lento que parecía en piloto automático. La agarré de la cintura, la guié con fuerza, aceleré hasta sentir el clímax correr por mis venas.
21-23 años, piel morena clara que brilla bajo la luz tenue, cabello negro. Cuerpo hermoso: proporciones perfectas, pechos naturales y firmes, nalgas que invitan a apretar. Pero el trato fue distante, mecánico. Faltó química, esa conexión que enciende todo sin besos complicidad
Experiencia regular. No repetiría.
