Stefan Volich
Miembro Reconocido
- Nombre / Agencia
- Habibi Harem
- Contacto
- @Habibiharem Telegram
- Precio
- 3300 x 3 horas
- Tiempo acordado
- 3 horas
- Forma de pago
- Efectivo pero acepta más
- Anticipo
- 500, siempre lo hago.
- Rostro
- 4,00 estrella(s)
- Imagen (Photoshop/Filtros)
- Nada, solo cubre su rostro por privacidad
- Busto
- 3,00 estrella(s)
- Cuerpo
- 4,00 estrella(s)
- Actitud
- 5,00 estrella(s)
- Edad aproximada
- 37
- Trasero
- 5,00 estrella(s)
- Besos
- Besos Atascados
- Oral
- 5,00 estrella(s)
- Atención a los huevos
- Sí
- Oral con baba
- Si
- Oral a ella
- Si
- Oral natural
- Lo pedí con preservativo
- Anal
- No realiza
- Extras
- No pregunté
- Desempeño Sexual
- 5,00 estrella(s)
- Repetirías/Recomendada?
- Sí repetiría, pero no es para todos al ser una milf.
El día de hoy tuve el placer de encontrarme con la doctora del amor.
Y vaya grata sorpresa. Así que no demoro más, y la experiencia no fue totalmente placentera, porque hubo situaciones ajenas a nosotros que mermaron la experiencia, o al menos para mí, ya no estuve cómodo. De tal suerte que, el motel en cuestión es el Urban que está por oblatos, y la habitación fue con jacuzzi, sin embargo, faltaron toallas, y las almohadas no estaban con sus debidas fundas. Así que una cosa llevó a otra, y solo alcancé a reportar las toallas porque siempre se debe uno asear antes de recibir a la señorita en cuestión, entonces no las encontré por ningún lado. Lo de las almohadas nos dimos cuenta hasta que comenzó la actividad en el santuario mullido. Total que es la primera vez que me toca recibir un mal servicio en la habitación, y previamente ya conocía las instalaciones así que sabía de su garantía.
Una vez instalado, y con los preparativos listos —jacuzzi llenándose, bebidas en la hielera, y el muñeco acicalado— recibo la llamada sobre que alguien viene conmigo. Como siempre, aquí los nervios afloran y es una sensación que comienza a tener su disfrute. Abro la puerta y me encuentro a mi dama tal cual le pedí —vestido entallado y tacones negros—, solo al verla ya me produjo satisfacción por descubrir lo que escondían esas prendas que censuraban la fuente del placer. Entra, nos saludamos de manera formal, le pido que me diga la música que desea para el momento, y lo demás es platicar un poco para ir conociendo los “que sí” y los “que no”. Después de las aclaraciones se realiza una revisión visual rápida de los puntos de contacto e infección que son checados por la doctora del amor. Inmediatamente ella te muestra el temporizador que coloca al tiempo del servicio. Nota aparte, nunca usa el celular.
Luego de la revisión, comenzamos con un cachondeo invasivo porque a los dos nos gustan los besos apasionados, y mis manos profanaron los rincones de placer que dio pie a encender la lumbre de la pasión. Una vez listo, ella procedió a demostrar su maestría en las artes orales que me llevaron al paraíso. Para postergar la primer Avenida, intercalábamos caricias, besos, y luego yo la besuqueaba. Los minutos hicieron lo suyo y ella fue la responsable de culminar el primer acto.
La reanudación de labores sucedió después de unos minutos, y ahora tocó a un servidor encima, teniendo vista plena de ella bocarriba, notando la ternura de sus ojos, y la suavidad de su piel blanca. Es muy risueña, así que siempre había señales de alegría y bienestar en la habitación. Besos, caricias en los frutos del pecho, mordidas aquí y allá, pero siempre manteniendo el ritmo. Además, estuve al pendiente para notar la reacción de ella, y me adecuaba a sus petición, ya fuera más rápido o fuerte.
La doctora del amor maneja el masaje relajante, así que lo pedí, y vaya que la relajación fue muy buena, y mientras se producía logramos conectar con muchos temas de plática.
Es una mujer culta, de mundo, una mujer madura, de buenos principios, así que hay que tener en cuenta que no es la más joven y tampoco tiene un cuerpo virginal.
Por último, ahora ella tomó la iniciativa y se montó encima de mí. Desde ahí, lograba ver otra perspectiva que la volvía encantadora, y cedí a las indicaciones para otorgar sendas nalgadas cada vez más fuertes hasta llegar a su límite. Apretujaba sus frutos, y ella se inclinaba hacia mí; nos fundimos en un beso que se multiplicaba por muchos más y así sucesivamente hasta que soporté lo más que pude.
Ingresamos al jacuzzi, y más de lo mismo. Juegos, cachondeo, bebidas embriagantes que solo lograban relajarnos más. El tiempo se agotó, y así la cita llegó a su fin.
Es un gusto encontrar todo tipo de damas en este deporte, y aunque insisto no es para todo, no cabe duda de que saber explotar muy bien sus recursos y la cita se pasa de volada.
Sin otro asunto que atender, agradezco sus atenciones.
Siempre suyo, Stefan Volich.
Y vaya grata sorpresa. Así que no demoro más, y la experiencia no fue totalmente placentera, porque hubo situaciones ajenas a nosotros que mermaron la experiencia, o al menos para mí, ya no estuve cómodo. De tal suerte que, el motel en cuestión es el Urban que está por oblatos, y la habitación fue con jacuzzi, sin embargo, faltaron toallas, y las almohadas no estaban con sus debidas fundas. Así que una cosa llevó a otra, y solo alcancé a reportar las toallas porque siempre se debe uno asear antes de recibir a la señorita en cuestión, entonces no las encontré por ningún lado. Lo de las almohadas nos dimos cuenta hasta que comenzó la actividad en el santuario mullido. Total que es la primera vez que me toca recibir un mal servicio en la habitación, y previamente ya conocía las instalaciones así que sabía de su garantía.
Una vez instalado, y con los preparativos listos —jacuzzi llenándose, bebidas en la hielera, y el muñeco acicalado— recibo la llamada sobre que alguien viene conmigo. Como siempre, aquí los nervios afloran y es una sensación que comienza a tener su disfrute. Abro la puerta y me encuentro a mi dama tal cual le pedí —vestido entallado y tacones negros—, solo al verla ya me produjo satisfacción por descubrir lo que escondían esas prendas que censuraban la fuente del placer. Entra, nos saludamos de manera formal, le pido que me diga la música que desea para el momento, y lo demás es platicar un poco para ir conociendo los “que sí” y los “que no”. Después de las aclaraciones se realiza una revisión visual rápida de los puntos de contacto e infección que son checados por la doctora del amor. Inmediatamente ella te muestra el temporizador que coloca al tiempo del servicio. Nota aparte, nunca usa el celular.
Luego de la revisión, comenzamos con un cachondeo invasivo porque a los dos nos gustan los besos apasionados, y mis manos profanaron los rincones de placer que dio pie a encender la lumbre de la pasión. Una vez listo, ella procedió a demostrar su maestría en las artes orales que me llevaron al paraíso. Para postergar la primer Avenida, intercalábamos caricias, besos, y luego yo la besuqueaba. Los minutos hicieron lo suyo y ella fue la responsable de culminar el primer acto.
La reanudación de labores sucedió después de unos minutos, y ahora tocó a un servidor encima, teniendo vista plena de ella bocarriba, notando la ternura de sus ojos, y la suavidad de su piel blanca. Es muy risueña, así que siempre había señales de alegría y bienestar en la habitación. Besos, caricias en los frutos del pecho, mordidas aquí y allá, pero siempre manteniendo el ritmo. Además, estuve al pendiente para notar la reacción de ella, y me adecuaba a sus petición, ya fuera más rápido o fuerte.
La doctora del amor maneja el masaje relajante, así que lo pedí, y vaya que la relajación fue muy buena, y mientras se producía logramos conectar con muchos temas de plática.
Es una mujer culta, de mundo, una mujer madura, de buenos principios, así que hay que tener en cuenta que no es la más joven y tampoco tiene un cuerpo virginal.
Por último, ahora ella tomó la iniciativa y se montó encima de mí. Desde ahí, lograba ver otra perspectiva que la volvía encantadora, y cedí a las indicaciones para otorgar sendas nalgadas cada vez más fuertes hasta llegar a su límite. Apretujaba sus frutos, y ella se inclinaba hacia mí; nos fundimos en un beso que se multiplicaba por muchos más y así sucesivamente hasta que soporté lo más que pude.
Ingresamos al jacuzzi, y más de lo mismo. Juegos, cachondeo, bebidas embriagantes que solo lograban relajarnos más. El tiempo se agotó, y así la cita llegó a su fin.
Es un gusto encontrar todo tipo de damas en este deporte, y aunque insisto no es para todo, no cabe duda de que saber explotar muy bien sus recursos y la cita se pasa de volada.
Sin otro asunto que atender, agradezco sus atenciones.
Siempre suyo, Stefan Volich.