La vida la podría resumir en tus labios, es la frase que viene a mi memoria cuando recuerdo la magia en el espiritu de Lilian Mucci.
Dado que cada vez nos encontramos con reseñas escuetas que parecen anuncios baratos, sin ingenio y ofensivos para la sabiduría de los lectores, he optado por mantener mi propio estilo; aún cuando es merecedor de la animadversión de varios en el foro.
Hoy comparto la aventura y el reto que significó experimentar mi primer trío —una hazaña que todos merecemos enfrentar—, donde gracias a la amistad y buen gusto de Lilian Mucci pude concretar de buena manera.
La historia comienza con la necesidad de hacer algo nuevo, de atender la espinita de la lujuria que cada vez ardía con más fuerza, así que le externé la intención de tener un encuentro con el plus de alguna compañera de confianza, —sé de entrada que es importante la complicidad y la compatibilidad que debe haber entre todos los participantes—, y como era un tema que tenía viendo desde hace tiempo, sabía por verbigracia; que no todas las mujeres se prestan para tener interacciones con otra dama, o que es importante para ellas saber si es alguien del oficio o la fantasía de un hombre con su pareja formal.
Dicho lo anterior, ella me recomendó a su amiga que para efectos de este relato es conocida como la srita Hudson. Total que hablamos de números y fijamos fecha para cuando estuviera en la perla.
Llegó el día, fuimos al Kuboz. Antes de la cita compré tequila y bebidas alcohólicas variadas para todos los gustos, un poco de cecina y botanita, luego me instalé en una suite para 4 personas, que tenía tubo, pero no sabía que le faltaba jacuzzi o alberquita. Como reza el adagio: Dios da Dios quita. Pedí fotos de la srita Hudson para mentalizar a mi espíritu y vaya que el creador ha urdido ángeles entre nosotros. Me contacté con Lili para notificar mi habitación, hice los preparativos en mi correspondientes y solo era cuestión de esperar.
Llegan a la hora pactada, y mi sorpresa es que me recibieron con un pequeñito pastel. Lilian sabía que había cumplidos años, así que me dijo que quería darme un detalle. Punto aparte: yo agradezco infinitamente su calidad como persona y como mujer antes que cualquier cosa.
Nos presentamos porque para mi la srita Hudson era desconocida. Lilian es una mujer que provoca mis demonios más indecibles y este lado poético que soy incapaz de ocultar. Ella seguirá siendo la reina de mis noches, solo es necesario un pequeño vistazo para entender la razón de mi lumbrera por ella. Mientras que la Señorita Hudson es una mujer alta, de buenas proporciones, carismática, pelo rizado y piel canela —después me entere que tiene raíces cubanas—.
Ambas se ataviaron en lencería blanca como si fuesen querubines descendiendo del cielo, y yo el alma pecaminosa en busca de la redención.
Ambientamos el lugar con música ad hoc y ellas hicieron buen uso del tubo, luego seguimos con cachondeo, tragos, risas y coqueteo entre nosotros tres. Luego subimos a una de las dos camas de la habitación, allí ellas optaron por adoptar una posición en cuatro para juguetear con el betún del pastel —a mi me tocó limpiar todo el desastre—. Para ese momento ya era difícil contener el impulso de liberar mi tensión. No obstante, logramos hacer unos videítos ricos, seguimos jugando, y al final se logró culminar en ellas.
Dicha habitación tiene 3 baños, dos camas, el tubo y una sala de estar. Así que lo de lavarse entre cada envite era muy práctico porque cada quién podía elegir el que quisiera. Después del primer acto la cama quedó ensuciada por los trozos de pastel y las manchas del pecado, así que bajamos por más bebidas, platica y botanita.
Pasado el tiempo, retomamos la reyerta en la otra arena de lucha, y la interacción fue inmejorable.
Lilian es tremenda y me invade su felicidad cuando ella está alegre. Así que entre los tres hacíamos uso de nuestras extremidades e imaginación para seguir dándonos placer. De pronto ellas se besaban entre sí, y luego se daban amor en sus santuarios, mientras yo atacaba vanguardias o retaguardias por igual, y sin discriminar. Las pugnas siguieron hasta que se terminó el tiempo.
Me siento afortunado de sentir este cariño especial por una niña tan hermosa como Lilian, y también me siento halagado por el buen trato de la Srita Hudson.
No hace falta deciros que lo único que se pide es que se trate bien a estas señoritas, porque es lo mínimo que merecen.
Sin otro asunto que atender, agradezco sus atenciones y os deseo magnifica noche. Siempre suyo, Stefan Volich.
