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Reseña / Relato de Club Swinger .- 3/3

Club Éxodo
Como dije, íbamos a la segura y en Éxodo ya hemos estado en otras ocasiones.
Ya sabemos que los mejores días para ir son los sábados, y de preferencia después de la 1 a.m., que es cuando empieza el verdadero cachondeo y cuando hay más parejas en el club. Hasta el momento, sigue siendo nuestro favorito, como siempre dicen: entre más corriente, más ambiente.
Sencillo, de un solo piso, bastante gente, pero puedes ver a todos fácilmente. Cover barato de $300 y sin consumo mínimo, a menos que busques mesa en la pista, que de igual manera no es gran cosa. Una cubeta de chelas. Nosotros gastamos menos de $400 con propina por 4 chelas y un cigarro.
Tienen tres zonas, por así decirlo: cuarto de parejas, solteros y cabinas de gloryhole.
Este cuarto de parejas está bastante grande y con aire acondicionado. El ingreso está al fondo del bar; al entrar te encuentras con una cama rodeada de sillones y una ventana con barrotes que da al cuarto de solteros. Al seguir avanzando tienen un pasillo largo que a cada lado tiene sillones pegados a la pared hasta llegar al final del cuarto, que es un espacio rodeado de sillones con una cruz en el centro, por si deseas jugar más hardcore.
Esta vez teníamos claro qué fantasía queríamos cumplir, así que prácticamente fuimos directo a eso.
Decidimos llegar tarde, a la 1:30 de la mañana, para que el ambiente ya estuviera prendido. Yo venía muy nerviosa, así que R propuso tomarnos una chela primero. Llevaba puesto un vestido café de piel corto, strapless, y un tanga verde de encaje, de los favoritos de R.
Mientras nos tomábamos la chela, anunciaron el show de La Bella y La Bestia: la verdad, el más chido que he visto hasta ahora, o al menos el más interesante. Una mujer con un cuerpazo en micro tanga negra y un top igualmente negro, con un trozo de tela largo que usaba para medio cubrir su cuerpo.
Su pareja, un hombre bastante bien de ver, con máscara tipo tribal y un taparrabos, hicieron un show con fuego; la mujer danzaba con el fuego y el hombre hacía un tipo de tragafuegos. La fue desnudando en el show al punto de enseñarnos las tetas. La tocaba de manera suave. Yo pensé que terminaría en acción, pero lo dejaron en unos candentes besos.
Él se hincaba para recibir sus besos y tocarle las piernas, y después lanzaba fuego por la boca. Terminó cargándola a modo princesa, la colocó en el piso y la siguió tocando y besando mientras dejaban que el fuego bajara.
Aprovechando que todos estaban distraídos con el show, R me sacaba los pezones del vestido y me metía mano en la entrepierna para manosearme los muslos y la cola por encima de la tanga.
Esto fue suficiente para relajarme, y ya bastante excitada, decidimos ir a averiguar qué podíamos hacer para aprovechar.
Decidimos ir a dar una vuelta para ver cómo estaba la cosa en los cuartos.
A R le encanta presumirme, así que camino al cuarto se puso detrás de mí y me tomó del cuello, como si me estuviera anunciando al club. Disfrutó mucho cómo robamos la atención tanto de solteros como de parejas, que nos siguieron con los ojos desde que nos levantamos hasta llegar al fondo del club.
Al llegar al playroom, notamos que había suficientes parejas, pero no tantas como se hubiera esperado para la hora. Entramos, hicimos como que no conocíamos el lugar como excusa para llegar hasta atrás, y al terminar de hacer nuestro reconocimiento del área decidimos regresar a nuestro lugar.
Nos tomamos un momento para planear los pasos para mi fantasía. Estuvimos observando: había muchos solteros, y la hostess/prostituta pareció vernos un poco indecisos y se acercó a darnos algunas recomendaciones, como los límites y reglas implícitas. Además, nos advirtió que andaban súper calientes y que a veces no respetaban; incluso bromeó con R de que se cuidara el aniseto porque, si no, hasta a él le tocaba en un descuido.
En este punto teníamos tres opciones:
• Aventurarnos a entrar con los solteros. (Opción que nos preocupaba por la advertencia de la hostess y por ser la primera vez que iría tan lejos).
• Entrar a la de parejas y que nos vieran desde la ventana. (Cumplir mi fantasía con precaución, ya que si algo no nos gustaba solo teníamos que alejarnos de la ventana).

• Coger viendo otras parejas y no cumplir mi fantasía. (Algo que definitivamente no sería suficiente esta vez).

Decidimos tomarlo con calma y entrar de nuevo al de parejas. Corrimos con suerte: el cuarto estaba prácticamente vacío, y el lugar que queríamos —debajo de la ventana que daba a los solteros— era nuestro.

No perdimos tiempo. R me empezó a besar; parecía hacerlo con toda la intención de provocar a los 5 o 6 solteros que se encontraban observando por los barrotes.

R me ordenó subir al sillón y que me pusiera en 4; me subió el vestido y me hizo a un lado la tanga. Se hincó en el piso y enseguida me separó las nalgas para comerme el culo con ahínco.

La atención y la comida de coño se sentían muy bien, pero yo necesitaba más y quedaba justo fuera del alcance de los solteros. R ordenó que me subiera al sillón de pie, exponiendo mi culo a todo el cuarto con más claridad, y sobre todo dejándome pegada por completo a los barrotes de los solteros, frente a frente.

R se puso de pie y pasó a insertar dos dedos en mi coñito mojado, presumiendo cómo me hacía gemir y lo escurridas que empezaban a verse mis piernas.

Para este punto yo ya estaba urgida de más; mi entrepierna lloraba de lo duro que me dedeaba R, y yo necesitaba manos y vergas duras rogando por mí. Decidí bajarme la parte de arriba del vestido, dejando mis jugosas tetas a disposición de los solteros. Su respuesta no defraudó mis expectativas en lo absoluto.

Inmediatamente rogaron por el permiso de tocarme las tetas. R accedió mientras me metía los dedos y disfrutaba de mis gemidos y de cómo le escurría por los brazos. Tres pares de manos desesperadas por tocarme me recorrían hombros, cuello, espalda y tetas. Jugaban con ellas y las apretaban, me pasaban los dedos por los pezones mientras sentía cómo una mano guiaba la mía hacia una verga desconocida.

En ese momento R subió el ritmo mientras me dedeaba duro y profundo, masajeando todo el interior de mi puchita como solo él sabe hacerlo.

Me fue imposible aguantar la compostura; mis gemidos resonaban en todo el cuarto y sentía inminente mi orgasmo.

—R, me voy a correr, no te detengas —alcancé a esbozar.

Justo en ese instante, R me sacó la mano mientras mi colita convulsionaba en placer. Ni medio segundo después sentí que me reembestía con sus dedos a la par que yo hacía un completo tiradero de fluidos.

Yo no escuché nada. Estaba soñada, gimiendo, incapacitada por los espasmos que me recorrían. Pero R asegura que se escuchó como cuando tiras una cubeta de agua al piso, e incluso tuvo que esquivar mis chorros para no quedar completamente empapado de mi primer orgasmo de la noche.

Con un poco de claridad post-orgasmo, alcancé a ver que otros tres de los solteros que estaban más cerca estaban tan calientes que se habían sacado la verga y se masturbaban con el show que estábamos dando.
 
Para este punto yo estaba ultra caliente y me urgía sentir a R en el coño. La ropa me estorbaba mucho, así que me bajé del sillón y empecé a desnudarme desesperadamente. Me saqué la tanga empapada, enredada en las piernas y los tacones como pude; el vestido, enrollado en mi cintura, por estar mojado y de piel se rehusaba a cooperar.

R solo me observaba batallar con el vestido, esperando a que estuviera lista, con una sonrisa burlona y la verga dura.

Hasta ese momento noté que el cuarto se había llenado mucho más, y ahora había parejas sentadas en los sillones alrededor, observándonos atentamente mientras se manoseaban, mamaban vergas y se masturbaban entre ellos.

Me puse en 4 sobre la cama para que R me penetrara, pero rápidamente me di cuenta de que no sería suficiente. Me puse de pie de nuevo sobre los sillones para que R me cogiera como antes, pero no lográbamos ajustar las diferencias de altura.

Yo necesitaba otro orgasmo y no podía pensar en otra cosa que correrme, así que decidí montarlo para clavármelo a mis anchas.

Lo senté en el sillón y rápidamente me clavé su verga hasta donde topó. Solo sentí su humedad chocando con la mía y no pude evitar soltar un gemido de satisfacción.

Estando así yo podía ver a los solteros hipnotizados por cómo me entraba y salía. Entre gemidos alcancé a escuchar:

—Cógetela más fuerte…

—Uff, qué caliente…

—Qué rico montas, mami…

Me sentía soñada: mi fantasía se estaba cumpliendo. Tenía toda la atención de esos solteros que se masturbaban desde los barrotes, viendo cómo me corría una y otra y otra vez, clavándome en la verga empapada de R.

Aquí nos dimos cuenta de que estábamos siendo algo egoístas con los pobres solteros de los barrotes, así que R me levantó y me puso nuevamente de pie sobre los sillones, con todo el culo a su disposición y las tetas a disposición de los solteros.

Para este punto el cuarto estaba atiborrado, incluso había gente de pie admirando el espectáculo.

R decidió regalarme otro orgasmo más rudo que los anteriores: me tomó por el cabello y me hizo ver directamente a los solteros que tenía enfrente. Luego me soltó tres nalgadas deliciosas, que sonaron tan fuertes y dolorosas que escuchamos gemidos y ánimos de las otras parejas y solteros.

El morbo permeaba la habitación.

R ordenó que le diera otro orgasmo y no pude hacer nada más que obedecerlo.

Solo se escuchaba cómo caían al piso mis chorros mientras mis gemidos de placer llenaban el cuarto.

Decidí que necesitaba que me cogieran más duro, así que me recargué de espaldas a la ventana, colgándome de los barrotes, y pedí a los solteros que me manosearan las tetas. Abrí mis piernas de par en par en dirección a R y al cuarto completo, exponiendo mi coño mojado y escurriente.

R no me hizo esperar: me embistió riquísimo con su verga empapada, cargándome de las caderas y nalgas. Yo perdí la noción de los orgasmos, pero en algún punto le dije entre risas jadeantes:

—Te voy a mojar los bóxers y el pantalón.

Jajajaja. Alguien contestó desde los barrotes:

—¡Que se moje todo, eso está perfecto!

A R le importó poco y siguió con su tarea, mientras yo empapaba su camiseta y pantalones con mis corridas.

En el calor de las cosas, una pareja se sentó a nuestra izquierda. La chica se acostó de manera que su cabeza quedara entre mis piernas. Me sorprendí al sentir su lengua en mis tobillos, subiendo lentamente por mis pantorrillas.

¡Para mi sorpresa, estaba chupando la escurrida de mis orgasmos!

Eso de inmediato me hizo volver a correrme, y al notar mi reacción, la chica gimió y abrió la boca para devorar todo lo que pudiera de mis fluidos.

Yo ya no sabía qué me tenía más excitada: las chupadas en mis piernas, las manos de R apretando mis nalgas, su verga enterrada hasta el fondo de mi coño… o las manos de los solteros amasándome las tetas sin piedad.

En algún momento hice consciencia del mitote que habíamos armado. No, en realidad no… estaba perdida en un sueño, corriéndome an mis anchas, como la puta que me encanta ser.

No sé en qué momento perdí a la amiga que estaba encargada de chuparme las piernas, pero otro hombre decidió ocupar su lugar. Se sentó a un lado y empezó a tocarme el abdomen y las caderas. Intentó bajar su mano hasta mi coño, pero R lo detuvo en seco, apartándole la mano. Para ese punto yo ya estaba agotada, mi cuerpo temblaba con cada espasmo.

Cuando bajé de la nube de no sé cuál orgasmo (rápidamente perdí la cuenta), escuché a un soltero a través de los barrotes susurrarme al oído, rogándome:

—Qué buena estás, mami… préstame tu mano… chúpame la verga, ándale, ¿sí, mami?

Otro chupaba mis dedos entre los barrotes, uno más me restregaba su verga dura y mojada en el hombro, y otro me tocaba las tetas sin piedad.

En ese momento sentí cómo me invadía un orgasmo durísimo, siendo penetrada por R y manoseada por al menos seis personas diferentes. R me elogiaba bajito, con su tono que me derrite:

—Muy bien, putita… así me gusta, bien portada.

Al correrme recibí más elogios de los solteros, felicitando mis tetas, deseando probar mi coño, e incluso diciéndole a R lo buena que era su vieja.

Me corrí tanto que mis piernas ya no daban más. Me sentía mareada, abrumada de tanto sexo, con esa sensación divina de estar completamente usada y adorada al mismo tiempo.

Finalmente, mi R se compadeció de mí; me dejó ir, me bajó de donde estaba y me sostuvo en lo que recuperaba el aire. Rápidamente me recuperé y tomando mi tanga humeda y mi vestido pegostioso comencé a vestirme mientras los solteros miraban decepcionados de que hubiera acabado.

Al notar su decepción, R me ordenó en tono de muévete puta; “Ve y deja que te toquen, princesa”.

No terminé de subirme el vestido, me acerqué nuevamente y me incliné, pegando mis tetas a los barrotes una última vez para que los solteros pudieran despedirse de ellas.

Luego de unos segundos me vestí y nos dieron las gracias, lo cual nos sorprendió y divirtió un poco.

R tomó un poco de papel, me limpio las piernas y salimos, no sin que R me recordara “Aún no te has tragado tu lechita, putita”

Estábamos algo apurados de tiempo ya que me escapé de mi casa sin pedir permiso, por lo que el pobre R nuevamente si iría sin terminar del lugar. Nos retiramos del lugar, y nos estacionamos en un baldío a un lado de mi casa. Afortunadamente para él, le pedí que me diera su lechita ahí mismo mientras me empinaba sobre su verga en el coche. R me sacó la cola del vestido y comenzó a dedearme sin piedad.

Le pedí que me diera mi lechita mientras la metía y sacaba de mi boca. Se corrió a chorros en mi lengua y con dificultad tragué todo sin desperdiciar una sola gota.

Satisfecha le sonreí y le di las gracias. R dijo que esto no sería suficiente, que tendría que pagarle con otra fantasía de su elección. Sin más opciones, accedí al trato y bajé del auto.
 
Que excitante historia y más al yo conocer el exodo me imaginé todo a la perfección, nomas porque ando en la oficina y aqui no me la puedo jalar, esa ventana con barrotes, que buenos shows me han dado, pero esta muy incomodo para poner la verga ahi, solo se puede subiendo a los sillones y luego el encargado te baja, para mi esta mas comodo las cabinas con el gloryhole, han entrado ahi?
 
Que excitante historia y más al yo conocer el exodo me imaginé todo a la perfección, nomas porque ando en la oficina y aqui no me la puedo jalar, esa ventana con barrotes, que buenos shows me han dado, pero esta muy incomodo para poner la verga ahi, solo se puede subiendo a los sillones y luego el encargado te baja, para mi esta mas comodo las cabinas con el gloryhole, han entrado ahi?
Si de hecho entró el encargado a bajarlo una vez pero como que no les importó mucho, al glory hole no hemos entrado, aunque es más pequeño no? Es de una y una persona por lado?
 
Si de hecho entró el encargado a bajarlo una vez pero como que no les importó mucho, al glory hole no hemos entrado, aunque es más pequeño no? Es de una y una persona por lado?
Los orificios sólo los tiene de un lado, son 2, y si es pequeño pero tres bien acomodados si cabemos, muchas parejas que no les gusta entrar al cuarto oscuro prefieren las cabinas porque son entre comillas un poco más privado
 
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