Club Éxodo
Como dije, íbamos a la segura y en Éxodo ya hemos estado en otras ocasiones.
Ya sabemos que los mejores días para ir son los sábados, y de preferencia después de la 1 a.m., que es cuando empieza el verdadero cachondeo y cuando hay más parejas en el club. Hasta el momento, sigue siendo nuestro favorito, como siempre dicen: entre más corriente, más ambiente.
Sencillo, de un solo piso, bastante gente, pero puedes ver a todos fácilmente. Cover barato de $300 y sin consumo mínimo, a menos que busques mesa en la pista, que de igual manera no es gran cosa. Una cubeta de chelas. Nosotros gastamos menos de $400 con propina por 4 chelas y un cigarro.
Tienen tres zonas, por así decirlo: cuarto de parejas, solteros y cabinas de gloryhole.
Este cuarto de parejas está bastante grande y con aire acondicionado. El ingreso está al fondo del bar; al entrar te encuentras con una cama rodeada de sillones y una ventana con barrotes que da al cuarto de solteros. Al seguir avanzando tienen un pasillo largo que a cada lado tiene sillones pegados a la pared hasta llegar al final del cuarto, que es un espacio rodeado de sillones con una cruz en el centro, por si deseas jugar más hardcore.
Esta vez teníamos claro qué fantasía queríamos cumplir, así que prácticamente fuimos directo a eso.
Decidimos llegar tarde, a la 1:30 de la mañana, para que el ambiente ya estuviera prendido. Yo venía muy nerviosa, así que R propuso tomarnos una chela primero. Llevaba puesto un vestido café de piel corto, strapless, y un tanga verde de encaje, de los favoritos de R.
Mientras nos tomábamos la chela, anunciaron el show de La Bella y La Bestia: la verdad, el más chido que he visto hasta ahora, o al menos el más interesante. Una mujer con un cuerpazo en micro tanga negra y un top igualmente negro, con un trozo de tela largo que usaba para medio cubrir su cuerpo.
Su pareja, un hombre bastante bien de ver, con máscara tipo tribal y un taparrabos, hicieron un show con fuego; la mujer danzaba con el fuego y el hombre hacía un tipo de tragafuegos. La fue desnudando en el show al punto de enseñarnos las tetas. La tocaba de manera suave. Yo pensé que terminaría en acción, pero lo dejaron en unos candentes besos.
Él se hincaba para recibir sus besos y tocarle las piernas, y después lanzaba fuego por la boca. Terminó cargándola a modo princesa, la colocó en el piso y la siguió tocando y besando mientras dejaban que el fuego bajara.
Aprovechando que todos estaban distraídos con el show, R me sacaba los pezones del vestido y me metía mano en la entrepierna para manosearme los muslos y la cola por encima de la tanga.
Esto fue suficiente para relajarme, y ya bastante excitada, decidimos ir a averiguar qué podíamos hacer para aprovechar.
Decidimos ir a dar una vuelta para ver cómo estaba la cosa en los cuartos.
A R le encanta presumirme, así que camino al cuarto se puso detrás de mí y me tomó del cuello, como si me estuviera anunciando al club. Disfrutó mucho cómo robamos la atención tanto de solteros como de parejas, que nos siguieron con los ojos desde que nos levantamos hasta llegar al fondo del club.
Al llegar al playroom, notamos que había suficientes parejas, pero no tantas como se hubiera esperado para la hora. Entramos, hicimos como que no conocíamos el lugar como excusa para llegar hasta atrás, y al terminar de hacer nuestro reconocimiento del área decidimos regresar a nuestro lugar.
Nos tomamos un momento para planear los pasos para mi fantasía. Estuvimos observando: había muchos solteros, y la hostess/prostituta pareció vernos un poco indecisos y se acercó a darnos algunas recomendaciones, como los límites y reglas implícitas. Además, nos advirtió que andaban súper calientes y que a veces no respetaban; incluso bromeó con R de que se cuidara el aniseto porque, si no, hasta a él le tocaba en un descuido.
En este punto teníamos tres opciones:
• Aventurarnos a entrar con los solteros. (Opción que nos preocupaba por la advertencia de la hostess y por ser la primera vez que iría tan lejos).
• Entrar a la de parejas y que nos vieran desde la ventana. (Cumplir mi fantasía con precaución, ya que si algo no nos gustaba solo teníamos que alejarnos de la ventana).
• Coger viendo otras parejas y no cumplir mi fantasía. (Algo que definitivamente no sería suficiente esta vez).
Decidimos tomarlo con calma y entrar de nuevo al de parejas. Corrimos con suerte: el cuarto estaba prácticamente vacío, y el lugar que queríamos —debajo de la ventana que daba a los solteros— era nuestro.
No perdimos tiempo. R me empezó a besar; parecía hacerlo con toda la intención de provocar a los 5 o 6 solteros que se encontraban observando por los barrotes.
R me ordenó subir al sillón y que me pusiera en 4; me subió el vestido y me hizo a un lado la tanga. Se hincó en el piso y enseguida me separó las nalgas para comerme el culo con ahínco.
La atención y la comida de coño se sentían muy bien, pero yo necesitaba más y quedaba justo fuera del alcance de los solteros. R ordenó que me subiera al sillón de pie, exponiendo mi culo a todo el cuarto con más claridad, y sobre todo dejándome pegada por completo a los barrotes de los solteros, frente a frente.
R se puso de pie y pasó a insertar dos dedos en mi coñito mojado, presumiendo cómo me hacía gemir y lo escurridas que empezaban a verse mis piernas.
Para este punto yo ya estaba urgida de más; mi entrepierna lloraba de lo duro que me dedeaba R, y yo necesitaba manos y vergas duras rogando por mí. Decidí bajarme la parte de arriba del vestido, dejando mis jugosas tetas a disposición de los solteros. Su respuesta no defraudó mis expectativas en lo absoluto.
Inmediatamente rogaron por el permiso de tocarme las tetas. R accedió mientras me metía los dedos y disfrutaba de mis gemidos y de cómo le escurría por los brazos. Tres pares de manos desesperadas por tocarme me recorrían hombros, cuello, espalda y tetas. Jugaban con ellas y las apretaban, me pasaban los dedos por los pezones mientras sentía cómo una mano guiaba la mía hacia una verga desconocida.
En ese momento R subió el ritmo mientras me dedeaba duro y profundo, masajeando todo el interior de mi puchita como solo él sabe hacerlo.
Me fue imposible aguantar la compostura; mis gemidos resonaban en todo el cuarto y sentía inminente mi orgasmo.
—R, me voy a correr, no te detengas —alcancé a esbozar.
Justo en ese instante, R me sacó la mano mientras mi colita convulsionaba en placer. Ni medio segundo después sentí que me reembestía con sus dedos a la par que yo hacía un completo tiradero de fluidos.
Yo no escuché nada. Estaba soñada, gimiendo, incapacitada por los espasmos que me recorrían. Pero R asegura que se escuchó como cuando tiras una cubeta de agua al piso, e incluso tuvo que esquivar mis chorros para no quedar completamente empapado de mi primer orgasmo de la noche.
Con un poco de claridad post-orgasmo, alcancé a ver que otros tres de los solteros que estaban más cerca estaban tan calientes que se habían sacado la verga y se masturbaban con el show que estábamos dando.
Como dije, íbamos a la segura y en Éxodo ya hemos estado en otras ocasiones.
Ya sabemos que los mejores días para ir son los sábados, y de preferencia después de la 1 a.m., que es cuando empieza el verdadero cachondeo y cuando hay más parejas en el club. Hasta el momento, sigue siendo nuestro favorito, como siempre dicen: entre más corriente, más ambiente.
Sencillo, de un solo piso, bastante gente, pero puedes ver a todos fácilmente. Cover barato de $300 y sin consumo mínimo, a menos que busques mesa en la pista, que de igual manera no es gran cosa. Una cubeta de chelas. Nosotros gastamos menos de $400 con propina por 4 chelas y un cigarro.
Tienen tres zonas, por así decirlo: cuarto de parejas, solteros y cabinas de gloryhole.
Este cuarto de parejas está bastante grande y con aire acondicionado. El ingreso está al fondo del bar; al entrar te encuentras con una cama rodeada de sillones y una ventana con barrotes que da al cuarto de solteros. Al seguir avanzando tienen un pasillo largo que a cada lado tiene sillones pegados a la pared hasta llegar al final del cuarto, que es un espacio rodeado de sillones con una cruz en el centro, por si deseas jugar más hardcore.
Esta vez teníamos claro qué fantasía queríamos cumplir, así que prácticamente fuimos directo a eso.
Decidimos llegar tarde, a la 1:30 de la mañana, para que el ambiente ya estuviera prendido. Yo venía muy nerviosa, así que R propuso tomarnos una chela primero. Llevaba puesto un vestido café de piel corto, strapless, y un tanga verde de encaje, de los favoritos de R.
Mientras nos tomábamos la chela, anunciaron el show de La Bella y La Bestia: la verdad, el más chido que he visto hasta ahora, o al menos el más interesante. Una mujer con un cuerpazo en micro tanga negra y un top igualmente negro, con un trozo de tela largo que usaba para medio cubrir su cuerpo.
Su pareja, un hombre bastante bien de ver, con máscara tipo tribal y un taparrabos, hicieron un show con fuego; la mujer danzaba con el fuego y el hombre hacía un tipo de tragafuegos. La fue desnudando en el show al punto de enseñarnos las tetas. La tocaba de manera suave. Yo pensé que terminaría en acción, pero lo dejaron en unos candentes besos.
Él se hincaba para recibir sus besos y tocarle las piernas, y después lanzaba fuego por la boca. Terminó cargándola a modo princesa, la colocó en el piso y la siguió tocando y besando mientras dejaban que el fuego bajara.
Aprovechando que todos estaban distraídos con el show, R me sacaba los pezones del vestido y me metía mano en la entrepierna para manosearme los muslos y la cola por encima de la tanga.
Esto fue suficiente para relajarme, y ya bastante excitada, decidimos ir a averiguar qué podíamos hacer para aprovechar.
Decidimos ir a dar una vuelta para ver cómo estaba la cosa en los cuartos.
A R le encanta presumirme, así que camino al cuarto se puso detrás de mí y me tomó del cuello, como si me estuviera anunciando al club. Disfrutó mucho cómo robamos la atención tanto de solteros como de parejas, que nos siguieron con los ojos desde que nos levantamos hasta llegar al fondo del club.
Al llegar al playroom, notamos que había suficientes parejas, pero no tantas como se hubiera esperado para la hora. Entramos, hicimos como que no conocíamos el lugar como excusa para llegar hasta atrás, y al terminar de hacer nuestro reconocimiento del área decidimos regresar a nuestro lugar.
Nos tomamos un momento para planear los pasos para mi fantasía. Estuvimos observando: había muchos solteros, y la hostess/prostituta pareció vernos un poco indecisos y se acercó a darnos algunas recomendaciones, como los límites y reglas implícitas. Además, nos advirtió que andaban súper calientes y que a veces no respetaban; incluso bromeó con R de que se cuidara el aniseto porque, si no, hasta a él le tocaba en un descuido.
En este punto teníamos tres opciones:
• Aventurarnos a entrar con los solteros. (Opción que nos preocupaba por la advertencia de la hostess y por ser la primera vez que iría tan lejos).
• Entrar a la de parejas y que nos vieran desde la ventana. (Cumplir mi fantasía con precaución, ya que si algo no nos gustaba solo teníamos que alejarnos de la ventana).
• Coger viendo otras parejas y no cumplir mi fantasía. (Algo que definitivamente no sería suficiente esta vez).
Decidimos tomarlo con calma y entrar de nuevo al de parejas. Corrimos con suerte: el cuarto estaba prácticamente vacío, y el lugar que queríamos —debajo de la ventana que daba a los solteros— era nuestro.
No perdimos tiempo. R me empezó a besar; parecía hacerlo con toda la intención de provocar a los 5 o 6 solteros que se encontraban observando por los barrotes.
R me ordenó subir al sillón y que me pusiera en 4; me subió el vestido y me hizo a un lado la tanga. Se hincó en el piso y enseguida me separó las nalgas para comerme el culo con ahínco.
La atención y la comida de coño se sentían muy bien, pero yo necesitaba más y quedaba justo fuera del alcance de los solteros. R ordenó que me subiera al sillón de pie, exponiendo mi culo a todo el cuarto con más claridad, y sobre todo dejándome pegada por completo a los barrotes de los solteros, frente a frente.
R se puso de pie y pasó a insertar dos dedos en mi coñito mojado, presumiendo cómo me hacía gemir y lo escurridas que empezaban a verse mis piernas.
Para este punto yo ya estaba urgida de más; mi entrepierna lloraba de lo duro que me dedeaba R, y yo necesitaba manos y vergas duras rogando por mí. Decidí bajarme la parte de arriba del vestido, dejando mis jugosas tetas a disposición de los solteros. Su respuesta no defraudó mis expectativas en lo absoluto.
Inmediatamente rogaron por el permiso de tocarme las tetas. R accedió mientras me metía los dedos y disfrutaba de mis gemidos y de cómo le escurría por los brazos. Tres pares de manos desesperadas por tocarme me recorrían hombros, cuello, espalda y tetas. Jugaban con ellas y las apretaban, me pasaban los dedos por los pezones mientras sentía cómo una mano guiaba la mía hacia una verga desconocida.
En ese momento R subió el ritmo mientras me dedeaba duro y profundo, masajeando todo el interior de mi puchita como solo él sabe hacerlo.
Me fue imposible aguantar la compostura; mis gemidos resonaban en todo el cuarto y sentía inminente mi orgasmo.
—R, me voy a correr, no te detengas —alcancé a esbozar.
Justo en ese instante, R me sacó la mano mientras mi colita convulsionaba en placer. Ni medio segundo después sentí que me reembestía con sus dedos a la par que yo hacía un completo tiradero de fluidos.
Yo no escuché nada. Estaba soñada, gimiendo, incapacitada por los espasmos que me recorrían. Pero R asegura que se escuchó como cuando tiras una cubeta de agua al piso, e incluso tuvo que esquivar mis chorros para no quedar completamente empapado de mi primer orgasmo de la noche.
Con un poco de claridad post-orgasmo, alcancé a ver que otros tres de los solteros que estaban más cerca estaban tan calientes que se habían sacado la verga y se masturbaban con el show que estábamos dando.