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Reseña / Relato de Club Swinger .- 2/3

# Sweet Club
Esta vez decidimos probar algo nuevo (recuerden que seguimos en busca de nuestro lugar ideal para cumplir fantasías). El sitio parece más un antro: mesas periqueras, pista al centro, lámpara de techo y bastante estilo. La decoración y la música son de antro medio fifi, y sí, algo costoso: \$600 de cover y \$600 de consumo mínimo.

Decidimos ir un viernes para medir el movimiento: había solo entre 10 y 15 parejas. El lugar cuenta con dos pisos; nosotros preferimos subir para observar mejor y estar más cerca del cuarto. Solo tienen una habitación de parejas, bastante simple: un cuarto con sillones alrededor y una cama en el centro. Como plus, ofrecen toallas y botes de basura para limpiarse al final. No permiten acceso a solteros, lo que explica que solo exista ese cuarto.

El anfitrión fue muy amable, se presentó y nos preguntó si queríamos participar en las dinámicas: primero, un baile de striptease de dos caballeros para las mujeres (no es de mi agrado, así que decliné la oferta); después, una ruleta con retos para socializar (también la rechazamos).

Además, tienen dos mini cubículos con un sillón cada uno, perfectos para jugar un rato en privado. Bastante lindos para las fotos. La noche empezó con una cerveza y un poco de Cialis (queríamos que a R no se le bajara la verga en ningún momento).

El show inicial fue un striptease: un joven bastante marcado que terminó en tanga después de bailar dos canciones en la pista y, al acabar, se paseó por todas las mesas, siendo toqueteado y dando baile privado a todas las damas que se lo permitieran. No nos interesó mucho, así que solo observamos cómo las demás lo manoseaban, le agarraban el pene por encima de la tanga que le quedaba puesta y les restregaba el cuerpo a las chicas en las tres mesas cercanas.

En este lugar las parejas eran más serias; no convivimos con nadie, pero sí estaban mucho más animadas a la hora de mostrar. Y las mujeres… ¡qué espectáculo! Vestidos preciosos, escotes profundos y aberturas en las piernas que obligaban a voltear cada que se movían. Mientras veíamos el show, notamos un par de escenas cachondas muy interesantes.

Justo enfrente de nosotros estaba una pareja: una mujer preciosa, pelo negro largo, muy ejercitada, con un vestido corto de seda negra con aberturas hasta la cadera en ambos costados. Cada movimiento que hacía dejaba ver su tanga. Se inclinaba sobre el barandal hacia el piso de abajo, dejando su culo al aire mientras su pareja le manoseaba las nalgas y le metía la mano entre las piernas. Estuvimos esperando a que esa pareja entrara al cuarto solo por el morbo de verlos coger después de semejante calentón.

Como el ambiente estaba algo tranquilo, decidimos dar una vuelta para conocer mejor y aprovechamos para usar uno de los cubículos. Senté a R en el sillón, cerré la cortina y me incliné lo más sexy que pude, enseñándole el escote y el brasier. Le di un beso y pregunté cómo podíamos “ayudarlo”. Jajajaja. Decidí jugar a ser puta contratada para un privado. Él me siguió el juego: le puse las manos en mis tetas, levanté la falda para enseñarle la tanga y me senté sobre él, restregando mi cola contra su verga dura bajo el pantalón. Lo besé en el cuello y lo dejé toquetear todo. Parecía indeciso entre agarrarme las caderas o las nalgas.

Estaba listo para metérmela, pero yo solo quería jugar con él y calentarlo, así que le desabroché su pantalón, lo tenté tocándole la verga sobre la ropa y abriéndole un poco la camisa… hasta que lo detuve:

—“Solo estamos jugando, corazón, no tan rápido.”

Él lo disfrutó y pidió tomarme un par de fotos. La luz era divina. Ahora tenemos el recuerdo de mi culito empinado en tanga y otra presumiendo mi ropa interior mientras él intentaba jalarme la falda enrollada en la cintura.

Después del precachondeo de los cubículos, decidimos pasar a ver la habitación.

Entramos un total de dos veces. La primera vez no había nadie, pero eso no nos detuvo. Nos pusimos cómodos en el sillón que más nos apeteció y de inmediato decidí sacarle la verga a R del pantalón para montarme en él. No pasaron más de 5 minutos montando su verga a sentones cuando entraron más parejas a vernos, al parecer esperando a que alguien más diera el primer paso.

Para fortuna de todos, fuimos nosotros y terminamos dando show. R me puso en cuatro en la orilla del sillón y me metió los dedos; me corrí con ganas, mojamos tanto que tuvimos que hacer pausa para ir al baño y por agua. La verdad estuvo leve este primer encuentro, ya que las otras parejas estaban solo observando, pero no interactuaban ni con un beso entre ellos, así que decidimos tomar un descanso.

En el descanso nos pusimos a chismosear qué otras parejas estaban en el bar. El baño está en el primer piso, así que mientras tomábamos agua y fumábamos un cigarro, observábamos la entrada al cuarto. Vimos la segunda parte del show: una ruleta con retos. A una chica le vendaron los ojos y el host se encargó de besarla y manosearla. En el baño conocí a una mujer nerviosa, preguntando qué podía esperar en su primera vez. Al parecer se le pasó pronto, porque regresó y nos divertimos viendo cómo se manoseaba con su esposo en la mesa: ella le agarraba la verga sobre el pantalón mientras se dejaba toquetear las tetas por el escote.

La segunda vez que entramos ya estaban casi todas las parejas del bar dentro. No había mucho espacio, así que me senté encima de R. Nos tocamos un poco mientras observábamos. Había mujeres preciosas, pero casi nadie se animaba a hacer nada. A nuestra derecha se sentó una pareja joven que solo miraba, sin interactuar ni entre ellos, al parecer paralizados por los nervios. Luego entró una pareja de chicas: una joven alta, al menos 1.70, delgada, pelo largo oscuro, piel blanca; su pareja, una mujer mayor de pelo corto, se hincó y se metió debajo de la falda, chupándole el coño mientras la joven miraba todo lo que pasaba en el cuarto.

Nosotros disfrutamos a lo grande. Nos sentamos en el mismo sillón de antes, yo en las piernas de R, mientras él me manoseaba las tetas y las piernas. Como todos parecían esperar a que algo pasara, decidí desnudarme y sentarme nuevamente en la verga de R (que había estado dura toda la noche). Me quité mi vestido, brasier y tanga, y lo monté sin pudor. El público se animó a seguirnos: empezaron a perder prendas y toquetearse, penetrarse y besarse. En ese momento entraron dos parejas: la preciosa del vestido negro de antes y otra que me cautivó, no por su apariencia, sino por la química y ganas que se tenían. La mujer era chiquita, súper delgada, mientras el hombre era algo bajito pero musculoso.

Cogían tan rico y hacían sonidos tan deliciosos que demandaban atención. Ella se recargó en la cama del centro, levantó el culo y dejó que él le chupara toda la cola. Después le metió los dedos y acabó cogiéndosela en esa posición. Se veía que disfrutaban tanto que antojaban. El tipo la sujetaba de las caderas y se la metía con fuerza mientras ella giraba las caderas espectacularmente. Envidia sentí de poder moverme así de rico.

Yo, mientras observaba esa escena y otra pareja cogiendo en vaquerita a nuestro lado izquierdo, seguía montando a R, pero la verdad no le prestaba mucha atención a él; yo estaba de lo más interesada en las parejas que veía. Fue en este momento que la pareja que estaba sentada a nuestra derecha sin hacer nada finalmente se quebró. Comenzaron a besarse, y qué beso. Consumidos por el momento, se acostaron sobre todo el sillón dejando sus cabezas a un lado de nosotros, retorciéndose y manoseándose al lado nuestro. El chico comenzó a desvestir a la chica y, al quitarle el panty, comenzó a hacerle un oral que hizo a la chica perder el control. Se manoseaban tan cerca de nosotros que nos tocaban por accidente mientras ella gemía a sus anchas por la forma en la que le comían el coño. R sugirió que tocara o besara a la chica, pero ellos estaban tan ensimismados que me daba pena interrumpirlos.

Yo no sabía qué observar: si a la pareja de la derecha, que le estaban dando a la chica el mejor oral de la vida; a la de la izquierda, que seguía montando a su vato; a la chica hermosa en vestido de seda que estaba siendo cogida de pie; o a la chica flaquita que hipnotizaba y que ahora la habían cargado y sentado de vaquera en su vato. También tenemos que darle crédito a ese hombre, porque la cargaba de las nalgas y se la clavaba súper rico.

Solo porque a R no le gusta compartir, pero yo capaz y sí me paraba a decirle: “me haces eso, amigo, se ve muy rico”, jajajajajaja.

Yo nunca dejé de montar a R y él se encargó de todo: meterme los dedos (sabe que eso me saca orgasmos al instante), tocarme las tetas y dejar que lo cabalgara. Me llenó de orgasmos hasta perder la cuenta, por lo que le rogué a R que me diera mi lechita; me vuelve loca que me llene. Urgía.

Como el espacio era reducido y queríamos seguir mirando a los demás, me senté de forma que su verga quedara recargada contra mi coño. Dejé que me siguiera tocando los pechos y besándome el cuello. Cuando me corrí de nuevo, lo escurrí sobre él, dejándolo empapado de mi corrida por última vez y haciendo más fácil masturbarlo. Debido al cansancio, las piernas ya no me daban más; fue mucho más fácil masturbarlo que lograr que se corriera a sentones con mi coño empapado.

Sentí que mi lechita venía, así que le rogué que me llenara el coñito. Me metió la verga de nuevo para vaciar su leche dentro de mí y me corrí de nuevo solo de sentirlo vaciarse entre los labios de mi coñito escurrido.
 
Con las piernas aún temblorosas, me levanté y tratamos de limpiar un poco el desastre de mis orgasmos, aunque casi todo estaba sobre R y sus pantalones. A pesar de que el cuarto tenía aire acondicionado, yo estaba exhausta, acalorada, cubierta de mi corrida y escurriendo su semen por la cola, por lo que las ganas de limpiarnos un poco hicieron que yo saliera solo en brasier y con la falda mal puesta. El mesero y una pareja que iba subiendo se nos quedaron viendo, con una mueca de ligera diversión.

El ver cómo esa parejita cogía frente a nosotros despertó otra fantasía en mí: convencer a R de que me deje ver cómo se lo coge otra morra. Pero esto lo dejaríamos para otra ocasión.

Salimos satisfechos, pero aún sin cumplir la fantasía que ya teníamos pendiente, así que tendríamos que seguir probando. Era imperativo encontrar el lugar donde R pudiera cumplírmela.

A R le vino a la mente ir a la segura: El Club Éxodo, donde sabíamos que habría la combinación perfecta de cuartos + la cantidad de gente de la que buscamos llamar la atención.

Ese sería nuestro siguiente intento.


*Por favor no comentar que es falso por qué hieren los sentimientos de V*

*R no me deja pelearme en los comentarios para demostrar que es real*
 
no se si sea falso o no, como en los comentarios ponen, pero la verdad que por lo que cuenta yo creo que por lo menos quien pone estos relatos si ha ido a un club swinger, yo he asistido como single al exodo que es el de confianza y en los cuartos se desata un bacanal y si despiertan fantasias que no sabias que tenias, a mi por ejemplo descubri que me gusta que el marido me vea mientras me cojo a su esposa y al final hasta me dan la mano y varias otras cosas que pasan ahi.
 
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